Dulce, embriagante, exótico, sutil y tenaz.
Me extasía su olor hasta el centro del corazón, de tajo, en el instante en el que las entrañas del tronco son atravesadas por un hacha, que el aceite sale y dispersa su aroma alrededor.
Ese olor a sándalo me provoca abrir los brazos con libertad, bailar al ritmo de un tarareo o un simple chiflido, que sale de mi boca inspirado en la naturaleza y en la tierra que mis pies descalzos toca.
Mis cabellos se mueven al ritmo del viento y al rozar la piel de mi espalda siento un cosquilleo; ahora bailo con una sonrisa y mis pies brincan al ritmo.
La frecuencia cardiaca sube, el tarareo es más rápido, las saltos son más altos y mis brazos hasta aletean. El viento es el mismo y mis cabellos siguen su ritmo.
En un instante mis pies no tocan el suelo.
Vuelo en un hermoso bosque, y yo... yo soy un hada.